Según la sentencia, JPMorgan tiene que pagarle 4,7 millones de dólares por los daños ocacionados y obviamente, devolver el dinero invertido en un fondo de las islas Caimán, una transacción con la que esta mujer no tenía nada que ver.
Ademas, figura que sus nietos también deben pagarle. Uno de ellos, Evan, tenía que devolverle nueve millones de dólares, mientras que el otro, Avi, debía que abonarle 600.000 dólares, que sumados a los gastos legales, serian unos 19 millones de dólares.
Por lo que se investigó, la mujer de 94 años le dejo la gestión de su fortuna a Evan a partir de 2006 y su hermano Avi se sumó a esa tarea años más tarde. Entre los dos administraron más de 80 millones de dólares.
Schottenstein comenzó a sospechar las maniobras cuando descubrió que había demasiada actividad relacionada con la tarjeta de crédito vinculada a su cuenta. Habían numerosas transacciones que no había realizado y que en el lapso entre 2016 y 201, había desaparecido más de un millón de dólares.
“Ganaron mucho dinero a mi costa” y “JPMorgan tenía que haberlos parado”, dijo la mujer y comenzó su demanda legal, acusando a la entidad de aprovecharse de comisiones millonarias por la transferencia de su dinero e inversiones no propias de una persona de su edad, así como de supervisión inapropiada sobre la labor de sus nietos.
Fuente: RTActualidad