La Pastoral de la Diversidad de Mendoza llamó a acompañar la movilización de la comunidad LGBT+ porque “la sociedad argentina no debe volver sus pasos sobre la tolerancia y los derechos de las minorías”.
Decir que el mundo está viviendo una época de cambios vertiginosos es un concepto gastado, además de una obviedad. No por ello deja de llamar la atención los cambios que instituciones milenarias como la Iglesia católica vienen experimentando, en su caso especialmente desde el Concilio Vaticano II, en la década del ‘60, y actualmente durante el pontificado de Francisco.
Uno de los cambios llamativos es el referido a la relación del catolicismo con los homosexuales, antiguamente denostados -particularmente a partir de lecturas literales de la Biblia- y, más acá en el tiempo, señalados por los sectores más conservadores por sus conductas sexuales.
La última versión del Catecismo de la Iglesia Católica, que data de 1992, dice que si bien la homosexualidad es “una inclinación objetivamente desordenada” por lo cual los homosexuales “están llamados a la castidad”, señala que “deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza” a la vez que “se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta”.
Aquello –escrito en tiempos de Juan Pablo II con la pluma del entonces cardenal Joseph Ratztinger- constituyó un paso relevante “en los papeles” en cuanto a su consideración, pero el cambio cultural que ello implica lleva tiempo. Por eso, fue tan impactante la frase de Francisco a poco de ser elegido: “Quien soy yo para juzgar a un gay si busca honestamente a Dios”.
En la Argentina, las fuertes críticas desde la Iglesia católica sobre todo a las organizaciones de homosexuales se reflejaron en la década del ‘90 a través de manifestaciones del entonces arzobispo de Buenos Aires, cardenal Antonio Quarracino, quien llegó a sugerirles a aquellos gays que insistían con sus reivindicaciones “que se fueran a una isla” a cumplir sus demandas.
Tres décadas después, un organismo de la arquidiócesis de Mendoza, la Pastoral de la Diversidad, adhirió a la marcha de protesta por las afirmaciones estigmatizantes hacia los homosexuales que formuló el presidente Javier Milei en el Foro de Davos, adhesión que respaldó el arzobispo mendocino, quien es a la vez presidente de la Conferencia Episcopal.
En declaraciones al portal Mendoza Post, monseñor Marcelo Colombo –de él se trata- consideró que la sociedad argentina no debe volver sus pasos sobre la tolerancia y los derechos de las minorías, aunque aclaró que “la doctrina de la Iglesia no ha cambiado, sino que lo que cambió es su actitud hacia las personas que vienen a plantear su homosexualidad”.
“La Iglesia siempre está poniendo el acento en el amor humano y busca que en esa lógica haya responsabilidad; esto es fundamental”, dice y señala: “Jesús es siempre el modelo. Él se ocupa de la persona, y amándolas quiere su bien. De manera que esta mirada de la Iglesia busca que las personas crezcan y, sobre todo, en un primer momento busca cómo ayudarlas”.
En cuanto a la Pastoral de la Diversidad, explica que “es un área dentro de la pastoral de la arquidiócesis, que desde hace más de tres años viene acompañando a personas que buscan fortalecer y reflexionar su pertenencia a la Iglesia a partir del tema de su identidad sexual. Es un espacio que busca acompañar, hacer presente la mirada inclusiva de la Iglesia”.
“Esta manifestación que ellos hacen tiene que ver, precisamente, con un deseo de que la sociedad argentina no retroceda sobre sus pasos, no solo en un concepto de tolerancia, sino de viva interacción de todas las personas que componen la sociedad”, añade monseñor Colombo.
En ese sentido, afirma que “frente a determinadas manifestaciones de agresividad, de desconocimiento de derechos, de estigmatización no solo del colectivo LGTB+, sino de migrantes, de pobres, de otros sectores de la vida social, ellos se manifiestan y hacen sentir su voz”.
Más allá de aquellos que quisieron sacar provecho político-partidario de la marcha dañándola, la adhesión de un sector de la Iglesia católica a una demanda de consideración y respeto hacia el diferente revela la profundidad del cambio en el catolicismo.