Nacida en el seno de una familia izquierdista, fue funcionaria de los últimos tres gobiernos conservadores. Es considerada como una “libertaria” y tiene el apoyo del ala más derechista de su partido
Endurecida por un rico bagaje político, la jefa de la diplomacia británica, Liz Truss, ganó la interna demócrata en la carrera por Downing Street, tras una campaña en la que fue largamente favorita frente a Rishi Sunak, atrapado en su imagen de rico banquero tecnócrata.
Pese a haber adoptado tardíamente el conservadurismo y el Brexit, Truss, de 47 años, se ganó a las bases del partido gubernamental con su política tradicionalmente ultraliberal. Truss tiene sin embargo una carrera política a veces complicada.
Nacida el 26 de julio de 1975 en el seno de una familia muy izquierdista. Su madre, enfermera, la llevaba de niña a manifestaciones contra Thatcher y la proliferación nuclear, y su padre, profesor de matemáticas, no supo que se había afiliado a los conservadores hasta que descubrió “horrorizado” una carta del partido en el buzón, según ella misma ha relatado.
Como presagio temprano de lo que iba a deparar su vida, con solo siete años le tocó interpretar el papel de la Dama de Hierro en unas elecciones simuladas en el colegio. Perdió aquella votación, pero el entusiasmo por la política no la abandonó.
Se afilió como estudiante de Filosofía, Política y Economía en Oxford al Partido Liberal Demócrata y llegó a participar en uno de sus congresos, en el que defendió abolir la monarquía, pero se acabó afiliando a los “tories”. Ella recalca con orgullo que logró “romper el molde” familiar.
Varias décadas después, ya en la cumbre de la política británica, Truss duda si sus padres votarán por ella: “Pienso que mi madre lo hará, no estoy segura sobre mi padre”, admite.
Desde 2012, ha ocupado una serie de cargos ministeriales (Educación, Medio Ambiente, Justicia y Secretaría General del Tesoro).
Votó contra el Brexit en el referéndum de 2016. Pero en lugar de dejarse pasar factura, le dio la vuelta después a la situación convirtiéndose en una de sus más fervientes defensoras, negociando y pregonando nuevos acuerdos de libre comercio
Nombrada en 2021 como jefa de la diplomacia, fue intransigente con la Unión Europea respecto a Irlanda del Norte y junto a Boris Johnson se mostró firme contra Rusia tras la invasión de Ucrania.Alimentó las comparaciones con la ex primera ministra ultraliberal Margaret Thatcher, de la que es gran admiradora, posando sobre una torreta de tanque o vistiendo una distintiva blusa de flores.
En uno de los primeros debates de las primarias conservadoras, Truss apareció vestida con una americana negra y una camisa blanca con un gran lazo al cuello. A pocos comentaristas se les escapó que su atuendo era idéntico al que Thatcher lució en una intervención televisada durante la campaña que la llevó al poder, en 1979.
No era la primera vez que emulaba la imagen de la Dama de Hierro. Poco después de asumir Exteriores, Truss aprovechó una visita a Estonia para dejarse fotografiar sobre un tanque del Ejército británico, una instantánea que fue inmediatamente comparada con una célebre imagen de Thatcher visitando a las tropas en Alemania Occidental en 1986.
Aunque se declara “frustrada” por las constantes comparaciones con la ex primera ministra, sus intervenciones en las primarias han estado siempre plagadas de referencias implícitas y explícitas a ella.
En línea con el ideario thatcherista, una de las primeras medidas que espera adoptar como jefa de Gobierno es cancelar la subida del impuesto de sociedades que había programado Johnson.
La aspirante a líder “tory” cree que con la inflación disparada por encima del 10 %, con perspectivas de que pueda superar el 18 % el próximo año, la prioridad de su Gobierno no debe ser reducir la inmensa deuda acumulada durante la pandemia, sino estimular las inversiones y el crecimiento.
Durante las primarias, también ha propuesto medidas para reducir el sector público. La más polémica de ellas, recortar el sueldo a todos los funcionarios que viven fuera de Londres, provocó tal revuelo que se vio obligada a dar marcha atrás en menos de 24 horas.
Por el contrario, Truss transmitió un mensaje claro de rebajas fiscales masivas y recortes públicos, sin pestañear ante los ataques. “Ella es mejor haciendo política”, comentó John Curtice, politólogo de la Universidad de Strathclyde, para quien la jefa de la diplomacia “logra transmitir fácilmente los mensajes conservadores tradicionales”.
“Si me preguntan cuál fue el mensaje de campaña de Liz Truss, puedo decirles inmediatamente: recortes de impuestos, no ayudas”, dice. “Se nota que ella lleva más tiempo en el ruedo”, concluye.