En Aristóbulo del Valle, la vida de un hombre de 39 años cambió drásticamente tras quedar con una discapacidad que lo dejó imposibilitado de continuar trabajando como tarefero. En poco tiempo cayó en una profunda situación de vulnerabilidad. Sin embargo, una cadena de solidaridad lo rescató del abandono y hoy vuelve a tener un hogar.
La iniciativa fue impulsada por el Oficial Ayudante Lucas Stibe, jefe de la División Canes de la Unidad Regional XI, y su pareja, la Oficial Subayudante Aldana Fernández, de la Comisaría de la Mujer de Campo Grande, quienes conocieron de cerca la historia y las necesidades del hombre.




En un primer gesto solidario, se acercaron con mercaderías, ropa y un colchón, pero pronto comprendieron que hacía falta mucho más. Decidieron entonces organizar rifas y ventas de locro, sumando el esfuerzo de familiares, amigos y vecinos. A la cruzada se unieron empresas locales, que donaron chapas y materiales de construcción, y también la iglesia evangélica del barrio, que aportó apoyo espiritual y contención.
Con todo lo reunido, comenzó la construcción de una vivienda, levantada a pulmón entre policías y vecinos durante varias jornadas. Hoy, el hombre no solo cuenta con un techo digno, sino que también empezó a elaborar artesanías como una forma de autosustentarse y generar ingresos propios.
“Me quedo con la satisfacción de haberle brindado un techo a una persona y espero que motive a otros a hacer lo mismo, porque todos tenemos la vocación de servicio”, expresó el Oficial Ayudante Stibe.






