El mandatario ucraniano comparó la violencia en Bucha con los actos violentos cometidos «por terroristas como Daesh» y se los atribuyó a Rusia; mientras que la diplomacia rusa negó las acusaciones y advirtió «Solo vieron lo que les mostraron. No pueden ignorar las flagrantes incoherencias» sobre lo que ocurrió en la ciudad tras la retirada de las tropas rusas.
El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, pidió este martes la exclusión de Rusia del Consejo de Seguridad de la ONU por cometer los «peores crímenes de guerra» desde la Segunda Guerra Mundial, tras acusarla de llevar a cabo una masacre de civiles en Bucha, ciudad vecina a Kiev, mientras que el Kremlin consideró que esas denuncias son una «provocación falaz que sirven para encontrar un pretexto para torpedear las negociaciones de paz».
La indignación internacional que causaron imágenes de muertos diseminados en calles de la localidad concentraron la agenda de la reunión del Consejo de Seguridad, mientras en Ucrania las fuerzas rusas se estarían alistando para una nueva ofensiva en el este y el sur del país, de acuerdo con la OTAN.
Al hablar en videoconferencia, Zelenski comparó la violencia en Bucha con los actos violentos cometidos «por terroristas como Daesh», acrónimo en árabe del grupo Estado Islámico, pero «perpetrados por un miembro del Consejo de Seguridad de la ONU».
«Mataron a personas en sus departamentos, en sus casas con granadas, aplastaron a civiles con tanques cuando estaban en el interior de sus coches en medio de la carretera, únicamente por su placer», afirmó.
«Despedazaron miembros, cortaron gargantas. Las mujeres fueron violadas y las mataron delante de sus hijos», declaró desde una oficina de paredes blancas con una bandera de Ucrania de fondo.
La Defensora del Pueblo de Ucrania, Lyudmyla Denisova, aseguró que entre 150 y 300 cuerpos podrían haber sido arrojados a una fosa común localizada junto a una iglesia de Bucha, informó el diario británico The Guardian.
En ese marco, Zelenski pidió que se excluya a Rusia del Consejo de Seguridad, del cual es uno de los cinco miembros permanentes, y una reforma del sistema de Naciones Unidas para que «el derecho al veto no signifique derecho a morir».
«Excluir a Rusia como agresor y el que inició la guerra para que no bloquee las decisiones relacionadas con su propia agresión. Y después hacer todo lo posible para lograr la paz», instó Zelenski.
«Si esto continúa, los países solo podrán confiar en la potencia de sus propias fuerzas para garantizar la seguridad, y ya no en el derecho internacional, en las instituciones internacionales», y Naciones Unidas «tendrá que cerrar».
Tras esta declaración y la difusión de un video de «imágenes espantosas» de civiles muertos, en palabras de la embajadora británica Barbara Woodward, el representante ruso ante el Consejo de Seguridad respondió a las acusaciones.
«Vieron cadáveres y escuchado testimonios, pero solo vieron lo que les mostraron. No pueden ignorar las flagrantes incoherencias en la versión de los hechos promovida por los medios de comunicación ucranianos y occidentales. Y el hecho de que no había cadáveres en la ciudad inmediatamente después de la retirada de las tropas rusas, como lo demuestran varios videos a la vez», añadió sobre las imágenes de Bucha.
Posteriormente y en sintonía, el canciller ruso, Serguei Lavrov, consideró que esas denuncias son una «provocación abierta y falaz, que sirve para encontrar un pretexto para torpedear las negociaciones de paz».
Lavrov, que considera un «montaje» las imágenes viralizadas de Bucha, lamentó que dicha «provocación» se produjera justo cuando por fin se vio «algo de luz» en las negociaciones con Kiev.
De la reunión del Consejo de Seguridad participó también el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, que pidió una investigación «independiente» para determinar si lo ocurrido en Bucha constituye un crimen de guerra.
México y Brasil respaldaron esa solicitud del portugués «para que se realicen a la brevedad investigaciones imparciales que permitan identificar responsables y una eficaz rendición de cuentas».
Mientras tanto, en el territorio ucraniano, varios bombardeos se registraron esta madrugada en Kramatorsk, ciudad en el este que está aún bajo control de Kiev aunque amenazada por una fuerte ofensiva de las tropas rusas.
Según un periodista los disparos, probablemente misiles o cohetes de largo alcance, destruyeron una escuela en el centro de la localidad, vecina a un edificio que es sede de la policía.
En esa zona oriental de Ucrania, una de las ciudades más castigadas hasta el momento ha sido Mariupol, asediada desde finales de febrero por las tropas rusas y en la que fracasaron los constantes intentos de evacuar a la población a través de corredores humanitarios.
Rusia informó que derribó helicópteros que iban a sacar a jefes militares ucranianos de esa localidad portuaria.
Otras partes del país, empezando por Kiev, siguen en alerta. Durante la madrugada, las sirenas de alarma se activaron en la capital y otras grandes ciudades como Odesa (sur) y Jarkov (noreste).
La aviación de las Fuerzas Armadas rusas eliminó en un día 33 instalaciones militares de Ucrania incluidos ocho puestos de mando, informó el portavoz del Ministerio de Defensa ruso, Igor Konashenkov.
«En las próximas semanas, esperamos un avance ruso en el este y el sur de Ucrania para intentar tomar el control de todo el Donbass», dijo el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, en alusión a la región del este ucraniana donde vive una población mayoritariamente prorrusa.
De ese modo, Rusia crearía «una continuidad territorial con Crimea», la península anexada por Rusia en 2014, agregó.
Estados Unidos y la Unión Europea (UE) preparan nuevas sanciones para ahogar la economía rusa y forzar al presidente ruso, Vladimir Putin, a poner fin a la intervención militar lanzada el 24 de febrero.
En ese sentido, una fuente de la Casa Blanca adelantó que los socios impulsarán la prohibición de «cualquier nueva inversión» en Rusia.
Esta medida, que será anunciada este miércoles, incluirá además «más sanciones contra instituciones financieras y empresas públicas en Rusia, y sanciones a funcionarios del Gobierno ruso y sus familiares».
Mientras tanto, más países de Europa anunciaron expulsiones de diplomáticos rusos acusados de espionaje y de trabajar contra los intereses nacionales.
Un día después de que Alemania y Francia echará a más de 70 personas y Lituania al embajador de Rusia, la ola de expulsiones fue continuada por Italia, España, Dinamarca, Suecia y Eslovenia, entre otros, con cerca de 200 diplomáticos expulsados en total.
El jefe de la diplomacia de la Unión Europea (UE), Josep Borrell, en tanto, anunció que fueron declarados «persona non grata» varios miembros de la representación de Rusia ante el bloque por «actividades contrarias» a su estatuto de diplomáticos, sin precisar ni el número ni la fecha de su expulsión.