Poder reproducirse sexual y asexualmente es una ventaja evolutiva. A falta de pareja, la hembra de Varanus komodoensis puede engendrar machos por partenogénesis y aparearse con ellos cuando maduren.

El dragón de Komodo, el lagarto más grande que existe actualmente, puede alcanzar los tres metros de longitud y pesar unos 90 kilos. Este carnívoro musculoso de potente dentadura es capaz de merendarse sin problemas presas del tamaño de un ciervo o un búfalo.
Por invencible que parezca, Varanus Komodoensis corre peligro. En las siete islas de Indonesia que constituyen su único hábitat en estado salvaje, el hombre quema la tierra en la que habita y caza los animales de los que se alimenta. Incluso en zonas protegidas, como el Parque Nacional de Komodo, en 2016 había 3.013 individuos, 209 menos que en 2013, según afirman las autoridades.
¿Cómo hace la madre dragón para procrear? Puede recurrir al método tradicional, apareándose con un macho y poniendo huevos. O puede poner los huevos sin aparearse, mediante el proceso de la partenogénesis.
En el Zoo de Chester, en Inglaterra, una hembra llamada Flora puso en 2006 una nidada de huevos viables sin haber tenido contacto con macho alguno; los tests demostraron que las crías solo llevaban su ADN. Era la primera vez que se confirmaba la partenogénesis en dragones de Komodo en cautividad; ahora los científicos creen que se trata de «algo muy habitual», dice Gerardo García, responsable de invertebrados y anamniotas del zoológico inglés.
¿Cómo funciona este tipo de reproducción? Entre los seres humanos, el macho tiene cromosomas masculinos y femeninos. Entre los dragones, es la hembra la que los posee, lo que significa que Flora tenía el material genético necesario para el desarrollo embrionario. Esta autofertilización culmina en descendientes «perfectamente sanos», dice García, pero todos son machos.
Poder reproducirse sexual y asexualmente es una ventaja evolutiva. A falta de pareja, la hembra puede engendrar machos por partenogénesis y aparearse con ellos cuando maduren. «No es lo ideal» desde el punto de vista de la diversidad genética, dice García, pero permite a la especie sobrevivir.