Tenía 82 años y un talento musical único. Tuvo una vida díficil, pero que en 5 años revolucionó la música pop
Ha muerto un genio. Alguien que inventó un sonido, que lo profundizó y que, muy joven, se inmoló en busca, desesperada y perpetua, de la canción perfecta. Un alquimista de la canción pop. Alguien que extendió los límites de la música moderna y de los estudios de grabación. Creó la música surf casi sin haber pisado la playa y luego fue empujando las fronteras de la canción pop hasta lugares insospechados poco tiempo antes. Su reinado fue breve pero sus efectos perduraron. Cinco años frenéticos, pletóricos de nuevos sonidos, de armonías celestiales e intrincadamente sencillas: grandes clásicos y una influencia innegable en sus contemporáneos y en los que lo siguieron. Y luego misantropía, locura, las drogas, la mente perdida, el ostracismo. Del éxito absoluto a la reclusión.
Brian Wilson, el alma, el cerebro musical, el gran compositor y el impulsor de los Beach Boys murió a los 82 años según informó su familia, sin dar más detalles, a través de su cuenta de Instagram.
Nació el 20 de junio de 1942, dos días después de otro revolucionario, un par (o quizás uno de los pocos que lo superaron), como Paul McCartney. Y muere dos días después de otro que provocó un cambio radical y que también apagó su cerebro y su productividad demasiado pronto: Sly Stone.
Siendo muy chico, Brian Wilson descubrió que él además de escuchar una canción, de mover la pierna sincopadamente con una melodía, podía ver cada uno de sus elementos. El hit del momento sonaba por la radio y él veía cada uno de los instrumentos, sus intervenciones, las voces las distinguía por colores -algunas verdes, otras azules, unas pocas amarillas. Casi que no podía disfrutar de la canción: se le ocurrían ideas y arreglos que la mejoraban.
Hay un hombre importante en esta historia, uno de los dos que lo sojuzgó, casi lo tuve de rehén, a lo largo de su vida: porque ser un genio en una rama del arte no implica tener las mínimas habilidades sociales (a veces lo que significa es la total ausencia de ellas). Es su padre, Murry Wilson que tenía una empresa metalúrgica y una frustrada carrera musical. Había intentado componer pero sus pocas canciones habían fracasado. Brian, su hijo mayor, se pasó los primeros años de su adolescencia encerrado en el cuarto con el tocadiscos a máximo volumen y tocando el piano. El enojo del padre por la falta de comunicación de Brian mutó en asombro cuando descubrió que tenía talento. La sorpresa aumentó al comprobar que sus otros hijos también podían cantar. Debía usufructuar el talento familiar. Tal vez ni siquiera pensó en hacerse millonario sino en saldar cuentas con sus frustraciones juveniles. El vehículo serían sus hijos y un sobrino.
Así nacieron los Beach Boys: Brian, Carl y Dennis, los tres hermanos Wilson, su primo Mike Love y Al Jardine, un vecino. Desde el principio fue Brian el que marcó el rumbo artístico. Los hermanos le pidieron que compusiera sobre las temáticas que les interesaban a sus amigos, a los jóvenes californianos de la época: surf, autos y chicas. Compuso Surfin’ con información y jerga que le pasaron Carl y Dennis: él conocía poco de ese mundo. Lo grabaron de manera independiente. Cumplió su cometido a pesar de no llegar a los charts: las radios comenzaron a pasarlo y tuvo una módica difusión en Los Angeles. Pero fundamentalmente llamó la atención de Capitol que los contrató de inmediato. Confiaban en su potencial: un acuerdo por siete años y varios discos. Mucho antes de su finalización la revolución ya habría ocurrido y el cerebro de Brian comenzaría a aletargarse.
Brian Wilson compuso y produjo las dos canciones que ocuparían el lado A y el B del primer single profesional de los Beach Boys: Surfin’ Safari y 409. El sencillo escaló en los rankings y se convirtió en un hit nacional. Unas semanas después estaban grabando su primer álbum (grabaron uno detrás del otro). Los Beach Boys se convirtieron en una sensación.
Brian Wilson, sin experiencia alguna, logró imponer condiciones. No aceptó el tradicional estudio de Capitol porque era demasiado grande –estaba pensado para las big bands de jazz- y pidió músicos de sesión. Allí ingresa en esta historia la Wrecking Crew, el batallón de músicos profesionales que aportaron la calidad de ejecución que él (y otros hit- makers) necesitaban: Glen Campbell, Carol Kaye, Hal Blaine, Steve Douglas y varios más. El grupo de sesionistas más famoso de la historia. Brian ya había asumido que los otros miembros de su banda no podían plasmar todas sus ideas (y ellos lo aceptaron). Necesitaba de los mejores.
Anhelaba ser Phil Spector. Anhelaba ser Burt Bacharach. Anhelaba ser Paul McCartney. Los mejores de su tiempo Pero todos ellos a la vez. Brian Wilson fue el primer creador del mundo pop en reunir todos los roles posibles en una persona. Autor, intérprete y productor.
Su actividad era frenética y su capacidad de trabajo, demencial. Entre 1963 y 1964, Brian Wilson compuso, produjo y grabó 6 discos con los Beach Boys y más de 70 canciones de otros artistas. Lo obsesionó alcanzar el sonido perfecto.
Se convirtió en un recluso. Sólo salía del estudio para presentarse con los Beach Boys cuando no le quedaba más remedio: los shows más importantes, los de los programas de TV y cuando defeccionar alguno de los que lo reemplazaba.
Al mismo tiempo su arte se sofisticaba y su mente se embotaba, dependía de drogas y caminaba (corría alocadamente) hacia un colapso nervioso.
A principios de 1964 hubo otro episodio que amenazó con desequilibrarlo: la Beatlemania. Sentía que la llegada de los de Liverpool sepultaba todo lo que él había estado construyendo laboriosamente. Ellos eran el principal grupo vocal del momento pero ahora eran eclipsados por la avalancha venida de Liverpool. Después del cimbronazo Beatle, la respuesta fue con más música. Los Beach Boys sacaron I Get Around y, en el lado B, Don´t Worry Baby. Dos canciones perfectas que los llevaron por primera vez al número 1 del ranking.
Le molestaba también ser encasillado como quien impuso el sonido y la temática surf. Él repetía que los periodistas y los críticos no entendían nada. Que el sol, el surf, los autos y las chicas eran excusas para hablar de cosas que les interesaban a los jóvenes de su tiempo.
En medio del éxito descomunal de mediados de los sesenta, el hombre fuerte de la banda, sin embargo, no era Brian sino Murry Wilson. Manejaba a sus hijos con mano dura e imponía sus condiciones. Firmaba contratos en nombre de la banda, fijaba cronogramas asfixiantes de presentaciones y de grabaciones. Además, en el estudio, el lugar sagrado de Brian opinaba y se oponía a cada decisión artística de su hijo mayor. Mientras el grupo grababa Summer days (Summer Nights), en 1965, el padre llegó al estudio mientras grababan unas voces, de esos juegos complejos que Brian creaba. Desde el control intervino varias veces oponiéndose a lo que proponía Brian. El resto se empezó a poner nervioso y la sesión se estancó. Hasta que Brian explotó y le gritó al padre que no se metiera. Y le dijo que no podía escuchar nada con sus intervenciones “con el único oído bueno que tengo”. La frase hacía referencia a la pérdida de audición de Brian que algunos atribuyen a una golpiza que le dio Murry cuando su hijo tenía diez años. Esa fue la última vez que Wilson padre ingresó al estudio de sus hijos. A las pocas semanas lograron sacarle el control de las decisiones de la banda. Años después Murry malvendió el catálogo de canciones de Brian. Pero cuando murió de un ataque al corazón a mediados de los setenta, cuando sólo tenía 55 años, a Brian lo ganó la culpa y ese sentimiento lo hundió todavía más en sus adicciones.
Respecto al único oído hábil de Brian, Bob Dylan alguna vez dijo que una vez muerto el Beach Boy ese oído debía ser exhibido en algún museo.
El primer gran colapso llegó en 1964. Brian tenía 22 años y en un intento de fuga hacia adelante se casó con Marilyn Rovell. Fue en la primera semana de diciembre de 1964. Para terminar el año, luego de una exitosa pero agotadora gira por Europa, debían hacer dos semanas de presentaciones por Estados Unidos para promocionar su reciente álbum navideño, casi una nota al pie en la discografía de la banda. El día antes de Navidad en un avión que se dirigía a Houston, Brian tuvo su primer colapso nervioso. Nadie sabía cómo reaccionar. Sus hermanos nunca habían visto algo igual. Todo empezó con una especie de monólogo interior, un susurro inaudible que fue creciendo hasta convertirse en una crisis de llanto y gritos acerca del error de haberse casado, los problemas que le traían las giras, la sombra de los Beatles y su encono con Phil Spector. (Casi) Todos sus temores juntos. A pesar de eso al día siguiente se subió al escenario. El show debía seguir. Unos días después fue reemplazado por un miembro de la Wrecking Crew que se convertiría en una celebridad por derecho propio, Glen Campbell.
A partir de allí, Brian ya no fue miembro estable de la banda en los shows. Pocas veces más subiría al escenario. Mike Love tomaba el control en las presentaciones.
Brian, al principio, se oponía a las drogas y criticaba a sus hermanos. Eso fue hasta que probó la marihuana y sintió que su mente se expandía y que escuchaba mejor en su cabeza, que su creatividad no conocía límites. Al poco tiempo experimentó con el LSD. Creyó que podía “pensar en colores”. Muchos atribuyen al LSD los problemas mentales posteriores de Brian. Él lo negó y aseguró que sólo tres veces probó drogas lisérgicas. Su esposa dijo que durante años lo hizo innumerables veces. Son demasiados los testigos y allegados que afirman que Brian Wilson comenzó a abusar de las drogas. Marihuana, anfetaminas, cocaína y, ya en los setenta, heroína.
Primero fue Party!, un antecesor del formato Unplugged: el rey del estudio sorprendía con un disco desnudo, festivo y acústico. Tal vez sólo se preparaba para el siguiente. Su obra maestra: Pet Sounds.
En esos años, Brian competía mano a mano con los Beatles. Pet Sounds fue la respuesta a Rubber Soul y Sgt Pepper la respuesta a la obra magna de Brian. Se asoció con Tony Asher y compuso gemas como God Only Knows, Wouldn´t It Be Nice, Sloop John B. y Caroline, No. Una revolución en la música pop. George Martin, productor de los Beatles, declaró que no hubiera existido Sgt Pepper sin Pet Sounds.
Pese a llegar al número 2 en Inglaterra y al 10 de las listas en Estados Unidos, el disco no fue el éxito que Brian esperaba. Radicalizó su propuesta, subió la apuesta. Eso era Smile, su siguiente proyecto. Pero ya no estaba en condiciones de terminar una obra. Más de ochenta sesiones para un álbum que no dejaba de ser un boceto. Ya no podía plasmar sus ideas en una cinta. La discográfica y sus compañeros volvieron a tomar el control y el disco se convirtió en Smiley Smile que, sin embargo, contenía Heroins and Villains y Good Vibrations, la tan ansiada canción perfecta.
A partir de ahí los discos de los Beach Boys entran en una pendiente. Pero la caída es más pronunciada en Brian que ya casi no aparece en público y sus aportes son cada vez más aislados y menos eficaces. Su conducta se volvió totalmente errática. Los compañeros esperaban que él fuera el genio creador de los años anteriores pero su mente estaba perdida en la esquizofrenia, los excesos, las presiones de la industria y su frustración por no alcanzar a sus competidores.
Aunque todo podía empeorar. Y eso sucede con la aparición de Eugene Landy, el otro hombre -además de su padre Murry que lo tuvo cautivo-. Landy, desde joven mostró una evidente propensión a los famosos. Intentó ser el manager de George Benson, cuando el guitarrista apareció como un prodigio musical, y merodeó por los estudios de cine y de grabación. Después de recibió de psicólogo. Logró acercarse a celebridades. Algún ganador del Oscar, Alice Cooper y Richard Harris fueron sus pacientes más famosos. Sostenía que la intervención sobre los pacientes debía ser total: lo llamó Terapia de las 24 Horas. Con asistentes y una presencia constante suya, tomaba la vida de quienes acudían a él. Era una relación entre terapeuta y rehén.
En 1976, la esposa de Brian lo contrató. Landy lo obligó a aparecer en Saturday Night Live. Tocó Good Vibrations al piano. La actuación no fue buena. No podía serlo en el estado de Brian. Detrás de cámara, Landy le mostraba carteles que le exigían sonreír, levantar la cabeza o mirar al público. Brian volvió a la banda. Landy intentó quedarse con parte de las ganancias de los Beach Boys alegando que lo que estaban generando se debía a su intervención.
Un año después, Landy fue dejado de lado. Cobraba más de 35.000 dólares por mes y tenía el completo control de la vida de Brian. La esposa de Wilson lo despidió y puso a otros profesionales a cargo. Pero en 1982, el estado de Brian era muy malo y alguien recordó a Landy, que volvió feliz a ocupar su puesto. Su regreso le dio mucho poder. Desplazó al resto y se hizo, a partir de ese momento, lo que él quiso. En 1988 apareció el primer disco solista. Se llamaba, con sencillez, Brian Wilson. Fue celebrado por la crítica y por sus colegas. Desparejo, tenía una gran canción Love and Mercy, el single difusión. Landy apareció como coautor de 8 canciones y su esposa de otras dos. Aunque todos sabían que ninguno de los dos tenían los más mínimos conocimientos musicales (muchos años después un juez le devolvió la autoría exclusiva a Brian).
En esos años, el profesional de la salud lo alejó de los Beach Boys a los que acusó de ser parásitos del talento de Brian y de utilizarlo y explotarlo durante décadas. Pocos años después las acusaciones se invirtieron). La dependencia hacia Landy era total.
En 1989 a Landy le retiraron la licencia profesional para ejercer pero a él no le importó. Siguió siendo socio de Brian Wilson y manejándolo a su antojo. Todos decían que el ex Beach Boys estaba cautivo de Landy. Las denuncias se amontonaron y ya en los años noventa a Landy le impidieron volver a acercarse a Wilson de por vida.
Varias décadas después, se filmó Love and Mercy una película que narra esos años de la relación de sumisión de Wilson hacia Landy quien fue interpretado por Paul Giamatti.
Los Beach Boys consiguieron su último gran éxito con Kokomo. Fue sin Brian.
Tras la salida de Landy de su entorno, Brian Wilson se presentó varias veces en vivo, sacó discos con esos shows, publicó un álbum en colaboración con Van Dyke Parks y dio a conocer, finalmente, las canciones de Smile, su faraónico proyecto de los sesenta, el gran disco perdido del rock, la Sinfonía adolescente de Dios tal como la había llamado alguna vez.
Tras la muerte de su esposa, sus hijos en 2024 pidieron una tutela judicial de su persona y sus bienes. Padecía, según los peritos intervinientes, de demencia senil.
Ayer murió Brian Wilson. Sus canciones seguirán juveniles, sorpresivas y vitalicias. Perfectas.