Con tan solo 20 años, Leandro Augsburger hizo historia al consagrarse campeón del Mundial de Pádel en Qatar representando a Argentina. El triunfo marcó un antes y un después en su carrera y en el deporte provincial. El deportista demostró que los sueños se cumplen, convirtiéndose en orgullo nacional e inspiración para las futuras generaciones de padelistas.
Augsburger recordó el comienzo del camino hasta la obtención del Mundial de Pádel: “Creo que estaba en casa o en lo de un amigo cuando Rodrigo [Ovide] me llamó. Al principio no le podía contestar, pero cuando lo hice me dijo que era una llamada oficial para la convocatoria de la selección. Me estaba levantando y no lo podía creer. Después, cuando me pidieron los talles de la ropa y el número de zapatillas, entendí que estaba confirmado y adentro. Fue una emoción que nunca voy a olvidar”.
En este sentido, relató que la noticia no tardó en llegar a su familia: “Recuerdo que estaba hablando de otra cosa con mis padres y me olvidé por unos segundos de la llamada. De golpe les dije: Rodrigo me llamó para entrar a la selección. Mi mamá lloró, me abrazaron y ahí fue cuando caímos en la cuenta de que realmente iba a jugar un Mundial”.
Augsburger explicó por qué el Mundial le quedó marcado como una experiencia única: “Sabíamos que España era un rival muy fuerte, pero también sabíamos que lo que Argentina tiene es corazón. Lo dijo Paquito [Navarro] en una entrevista: Argentina juega con mucha sangre y con el corazón. Eso nos hizo diferentes durante todo el torneo”.
Otro momento compartido en la charla con Misiones Online fue la final contra España, que se extendió por casi 11 horas: “Cuando Rodrigo me dijo que iba a jugar el tercer punto de la final, sentí una mezcla de confianza y responsabilidad. Me dijo: Si te pongo, tenés que darme el punto. Le respondí que confiara en mí, que yo se lo iba a dar sí o sí. Entramos con Tino diciendo: No jugamos 8, juega toda Argentina. Fue un momento muy especial”.
El padelista recordó que durante el partido decisivo sufrió calambres, pero nunca pensó en abandonar, pues recordó: “En el 5 iguales del tercer set, el médico dijo que para recibir atención tenía que ceder el game. Lo miré a Tino y me reí ¿Cómo íbamos a hacer eso? Me dije que no salía de la cancha a menos que fuera en silla de ruedas. En ese momento, el apoyo del equipo y de Tino fue fundamental”.
Cuando el último punto cayó del lado argentino, Augsburger vivió una emoción indescriptible. “Cuando vimos que el smash de Mike se quedó en la red y logramos el 6-2 en el tie-break, fue una locura. Todo el equipo gritó ¡Somos campeones del mundo! Tener la copa en mis brazos fue algo soñado”, recordó.
En este marco, el deportista relató que la primera reacción que tuvo fue comunicarse con su familia: “No encontraba mi teléfono por todo el quilombo que había, pero cuando lo agarré, hice una videollamada. Mi mamá estaba en la cancha y mi papá de pesca. Les mostré la copa como si fuera un bebé. Fue un momento único”.
Además, Augsburger reflexionó: “Ser el primer misionero campeón del mundo me llena de orgullo. Siempre quise dejar a Misiones en lo más alto, y creo que lo logré. Este año me propuse ganar el Mundial, y se dio de la mejor manera. Todavía tengo 20 años, así que queda mucho por delante para seguir cumpliendo objetivos”.
Leo Augsburger comentó sobre el papel de referente que hoy es para los jóvenes que se forman en el pádel: “Es una locura ver a los chicos con mi camiseta en las canchas. Hace un año, los clubes no se llenaban tanto. Ahora, cada vez que juego en Misiones, no hay espacio ni para estacionar. Ver a tanta gente apoyándome me llena de alegría”.
En este punto, no dudó en destacar los sacrificios que implica llegar al más alto nivel. “El pádel requiere mucho sacrificio. Tenés que dejar cosas de lado, como las fiestas o parte de tu vida familiar. Si querés ser profesional, tenés que irte porque acá no se puede sostener económicamente. Todo depende de hacer las cosas bien y trabajar duro”, aconsejó.
MOL