En los Estados Unidos, el 60% de la población cursó la enfermedad
Joe y Susannah Altman son verdaderos jugadores de póquer, pero ambos tienen 58 años y la pandemia los mantuvo alejados de los torneos y las mesas de paño verde durante más de un año –Susannah tiene lupus, y además tuvieron que cuidar a una amiga que padecía cáncer–. Sin embargo, hace poco más de un año salieron de su encierro después de vacunarse, y desde entonces han estado expuestos al virus y en riesgo de contagiarse varias veces. Cenaron con amigos que al día siguiente dieron positivo, Joe pasó un día entero con su hijo de 25 años, que apenas 48 horas después dio positivo de Covid, y el mes pasado Susannah fue a cenar con cuatro amigas, dos de las que un par de días después tuvieron síntomas también dieron positivo.
“Joe y yo sentimos que somos los últimos que quedan en pie”, dice Susannah, y agrega que seguramente sea cuestión de tiempo hasta que caigan. “Porque así es el juego: en determinado momento, queda uno solo.”
La pandemia no deja ganadores. Aclarado eso, quienes hayan llegado a mediados de 2022 sin haber dado positivo de coronavirus, pueden sentirse con derecho a fanfarronear un poco. ¿A ver? ¿Quién “sigue en el juego”? Ni el doctor Anthony Fauci, no el presidente Joe Biden, que dio positivo esta semana. Tampoco Denzel Washington, ni Camila Cabello ni Lionel Messi.
Seguramente tampoco aquel amigo nuestro que se cuidó más que uno, pero la semana pasada se terminó contagiando. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC), estiman que casi el 60% de los norteamericanos contrajeron coronavirus en algún momento, y esas cifras son de fines de febrero, antes de la llegada de la arrasadora llegada de las variantes supercontagiosas BA.4 y BA.5.
“Debo tener una especie de inmunidad sobrehumana o algo así”, balbucea Kathi Moss, enfermera pediátrica de 63 años de la localidad de Southfield, Michigan.
Pero los científicos no han encontrado ninguna evidencia concluyente de inmunidad genética innata. “Sería sumamente improbable que exista alguna propiedad innata del sistema inmunológico capaz de proteger contra todas las infecciones”, dice Eleanor Murray, epidemiólogo y profesor de la Escuela de Salud Pública de Boston. Pero el no-contagio de Kathi Moss –”hasta dónde ella sabe”, una salvedad aplicable a todos esas personas, ya que en teoría podrían haber sido asintomáticos– pide a gritos algún tipo de explicación. No hay que olvidar que Moss es enfermera pediátrica y ha estado expuesta al virus, aunque con barbijo, durante casi dos años y medio.
Por no hablar de aquella mujer que en el verano le hizo a Moss un tatuaje de henna durante varias horas y al día siguiente dio positivo.Pero la misteriosa buena suerte de la enfermera Moss no ha hecho que baje la guardia ni se descuide, y la posibilidad de contagiarse la preocupa igual que siempre. Dice que quiere “seguir en el juego” el mayor tiempo posible, justamente porque sabe que el Covid no es ningún juego… A lo que más miedo le tiene es a los efectos a largo plazo del coronavirus. “Lo pienso todo el tiempo: No me quiero contagiar, no quiero tener esta enfermedad”, comenta Moss.
No bajar la guardia puede ser sensato, pero no ver a nadie como si estuviéramos en 2020 solo fomenta la soledad y nada más.