“Podemos ir a una primaria pero civilizada, con reglar claras. Si no, que vaya el que más mide”. Cristina de Kirchner no llegó a vetar explícitamente una primaria abierta, simultánea y obligatoria para elegir al candidato/a a gobernador del peronismo aunque desaconsejó ese mecanismo luego de la guerra política explícita que animaron Aníbal Fernández y Julián Domínguez en la interna de 2015. Esa batalla peronista a cielo abierto, que derivó en el triunfo de María Eugenia Vidal en la provincia de Buenos Aires y de Mauricio Macri en Nación, tuvo al entonces candidato presidencial del Frente para la Victoria Daniel Scioli como el principal perjudicado. Pero en 2019 la víctima de una disputa salvaje en el peronismo bonaerense podría ser Cristina.
Por eso la senadora de Unidad Ciudada expresa, en la privacidad del Instituto Patria, sus reparos sobre la celebración de una PASO como método para designar al adversario/a de Vidal en 2019. Cristina prefiera un/a candidato/a único que no fragmente los votos del peronismo antes que ir a una interna que podría aperejar fuego “amigo” dentro de Unidad Ciudadana. La inclinación de la expresidenta para designar a dedo al rival de Vidal incomoda al peronismo de la provincia de Buenos Aires. Su favorito es Axel Kicillof. El exministro de Economía tiene dos atributos en términos electorales. Es quien mejor fideliza el voto de Cristina Presidente en la categoría gobernador. Los demás jugadores para ese cargo, desde Verónica Magario hasta Fernando Espinoza o Martín Insaurralde, no captan tanto caudal electoral del kirchnerismo como Axel.
La liga de intendentes PJ, sin embargo, había llegado a un principio de acuerdo con Máximo Kirchner para que el hijo de la expresidenta encabece la boleta de candidatos a diputados nacionales de Buenos Aires siempre y cuando fuese un alcalde el candidato a gobernador. Hoy ese esquema está en revisión y Cristina será la diseñadora exclusiva de la boleta bonaerense.
El armado cristinista en la provincia de Buenos Aires enfrenta además otro desafío. A pesar de que Hugo Moyano ya postuló a Magario como candidata a gobernadora del PJ, otro matancero aspira a ese casillero. Espinoza, que fue vice de Domínguez en la traumática interna contra Aníbal Fernández-Martín Sabbatella, está dispuesto a revalidar título de candidato a gobernador. Pero no todos los intendentes del conurbano estarían dispuestos a acompañar esa aventura.
La disputa Aníbal-Domínguez detonó la interna peronista con acusaciones cruzadas de traición y carpetazos en prime time vinculados al tráfico de efedrina y motines carcelarios. Las esquirlas aún lastiman a los alcaldes del PJ bonaerense quienes, como Insaurralade, desaconsejan celebrar una nueva PASO en 2019. Cristina hace la misma interpretación. En 2015 no pudo imponer el “fair play” siendo presidente, lo que potencia sus dudas sobre la posibilidad de ir a una interna civilizada en 2019. Pero más allá del mecanismo, el principal problema es la ausencia de un candidato consolidado a menos de ocho meses de las primarias.
El último antecedente electoral de la provincia de Buenos Aires, en la legislativa 2017, fue otra demostración empírica de la debilidad intrínseca del peronismo cuando divide su potencial electoral. En esa oportunidad sufrió la fragmentación del voto entre la expresidenta, el exintendente de Tigre y Florencio Randazzo. Así Esteban Bullrich -vía Vidal- se impuso con 42% frente al 37% de Cristina.
Cristina sigue siendo la gran electora del peronismo de cara a 2019. Su volumen electoral no le alcanza para ganar, pero tiene suficiente peso para hundir a cualquier peronista que no se siente a su mesa. Por eso al nuevo PJ bonaerense le urge encontrar un candidato que sea bendecido por la expresidenta, pero que no huela a kirchnerismo explícito y que tampoco sea un detractor público de la ex jefa de Estado. En ese esquema no encajan Sergio Massa ni Florencio Randazzo.