El ratio entre créditos y depósitos en dólares trepó a niveles máximos. Sobrevuela el fantasma del estallido de la convertibilidad.
El equipo económico liberó la posibilidad de tomar deuda en dólares a no exportadores, agravando un descalce en moneda dura que en su momento se llevó puesta la Convertibilidad, como alertó meses atrás Martín Redrado. El riesgo futuro es sencillo de entender: más obligaciones en dólares que los que produce la economía.
Se trata de jugadas cada vez más desesperadas de Toto Caputo, por conseguir los dólares que no tiene. «Seguimos forzando la máquina, esta oferta de hoy, se va a transformar en demanda mañana cuando la tasa se acomode o cuando empiecen a descontar alguna presión adicional en el dólar. Volvimos a lo de siempre, a intentar mover dólares en el tiempo pero cada vez con herramientas menos efectivas» advirtió el afilado analista financiero que publica en X bajo el seudónimo Juancito Nieve (@NieveJuancito).
El sistema financiero argentino vuelve así a caminar por la cornisa del descalce de monedas. Ahora, las empresas no exportadoras podrán acceden a créditos en dólares -que no producen-y hasta emitir cheques en divisas. El crecimiento de los depósitos en moneda extranjera no alcanzan para cubrir semejante aceleración del financiamiento en dólares.
El ratio entre créditos y depósitos en dólares trepó a niveles máximos, tal como informó el Banco Central en su informe monetario. Hace un año, el crédito al sector privado en dólares representaba el 31% de los depósitos, en la actualidad esa ecuación equivale al 48%. Desde que asumió el gobierno de Milei, el crédito en dólares se disparó un 383%. «Es decir, el incremento del crédito en dólares que también alimentó las operaciones de carry trade fue financiado con los recursos de los depositantes», explicó el periodista Sebastian Premici.
A esta dinámica se suma la resolución del Banco Central que abrió la puerta a la emisión de cheques en moneda extranjera. Una medida que, en teoría, buscaba darle fluidez al mercado, pero que en la práctica agrega una nueva capa de riesgo: los instrumentos en dólares se multiplican mientras los flujos genuinos de exportaciones no crecen en la misma magnitud.
En el mercado reina la preocupación. «La empresa que tomó dólares, los vendió y canceló deuda en pesos lo hizo forzada por un nivel de tasas ridículas. Pero esa oferta de hoy, se va a transformar en demanda mañana cuando la tasa se acomode o cuando empiecen a descontar alguna presión adicional en el dólar», agregó Juancito Nieve.
Otro de los operadores fue más directo: «Si no acomodan las tasas, va a ser un desmadre. Me juego que habrá mucha pyme desesperada, por lo cual postdevaluación puede ser catastrófico. Se están creando argendolares que no se sabe como se van a pagar».
El problema no tomó por sorpresa a todos. LPO había anticipado este cuadro: los incentivos distorsionados podían alentar un boom de deuda en dólares en compañías sin ingresos en esa moneda, lo que inevitablemente tensionaría el mercado cambiario.
La historia argentina ofrece un espejo incómodo: en los noventa, el descalce de monedas fue una de las bombas de tiempo que terminó volando por los aires la convertibilidad.