En un contexto de crisis económica, achicamiento del Estado y de expansión de las drogas sintéticas, la comercialización de esta sustancia que provocó miles de muertes en Estados Unidos va en aumento y genera preocupación en Argentina.
Las redes sociales y medios de comunicación muestran en las pantallas imágenes y videos que parecen salidos de una película distópica, pero son reales: personas con gran dificultad para caminar, hablar y respirar circulan por la vía pública de Estados Unidos. Esos son los efectos visibles de la epidemia de adicción de consumo de fentanilo, más conocida como “la droga zombie”, que llegó a cobrarse más de 100.000 muertes por sobredosis en solo un año en el país norteamericano.
La comercialización de esta sustancia cruza fronteras de numerosos países, y llegó a Argentina. La Defensoría del Pueblo bonaerense advirtió sobre el riesgo de un aumento en el consumo de esta droga altamente adictiva y potencialmente fatal en nuestro país: “El impacto del fentanilo en América y Argentina es una seria amenaza para la salud pública y la seguridad. Es imperativo que gobiernos, organizaciones internacionales y comunidades trabajen en conjunto para implementar estrategias integrales que aborden la producción, distribución y prevención del fentanilo”
El fentanilo es un opioide sintético hasta 50 veces más fuerte que la heroína y 100 veces más fuerte que la morfina. Existen dos tipos: el fentanilo farmacéutico, que es el recetado por personal de salud para tratar dolores intensos, especialmente después de una operación y en tratamientos cancerígenos; y el fentanilo fabricado ilícitamente, que es el que ha generado las muertes por sobredosis recientes.

“El problema que tiene Argentina con el fentanilo es que, a diferencia de Estados Unidos, aquí se lo utiliza para mezclarlo con otras sustancias, especialmente con cocaína o éxtasis, dado a su alto costo, lo cual aumenta el nivel de adicción y lo vuelve más peligroso”, explicó Walter Martello, defensor del Pueblo Adjunto de la provincia de Buenos Aires y responsable del Observatorio de Adicciones y Consumos Problemáticos, en diálogo con El Destape, haciendo referencia a que algunos jóvenes pueden consumir esta sustancia sin saberlo.
Expansión y crisis: las dos problemáticas que preocupan
Según informó la Defensoría bonaerense, la producción barata, fácil y rápida de drogas sintéticas transformó radicalmente muchos mercados de drogas ilícitas. Los traficantes continúan innovando y la gama de drogas disponibles en el mercado se expande, lo cual dificulta su detección.
El fentanilo, a menudo mezclado con otras drogas como la metanfetamina, éxtasis y cocaína amplifica el riesgo de muerte requiere de dosis más pequeñas para inducir efectos narcóticos, lo cual aumenta la dificultad de la desintoxicación y la rehabilitación.

Además, la producción y el tráfico ilícito de esta sustancia ha generado una nueva dimensión en el crimen organizado: la fácil síntesis química de esta sustancia permite su fabricación a gran escala, alimentando redes ilegales y dificultando los esfuerzos de control.La crisis del fentanilo.
También existe un segundo problema que identifican las organizaciones sociales dedicadas al trabajo con consumos problemáticos, especialmente en barrios populares: “el contexto de crisis”. La preocupación de organismos estatales y sociales aumenta por este incipiente fenómeno que se enmarca en un contexto político que prioriza la libertad de mercado y reduce el presupuesto de las carteras de salud pública.
“En épocas de crisis, las primeras afectadas por el narcotráfico son las personas en situación de calle y de los barrios populares. Son los primeros en quedar sin acceso a la cultura, alimentación, salud, educación y que, a veces, la droga es su única forma de dejar de paliar el dolor momentáneamente”, explicó a El Destape Adrián Becerra, responsable de las casas comunitarias de la organización Vientos de Libertad del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE), donde se acompaña a jóvenes en situación de vulnerabilidad con problemas de consumo.
Y agregó: “Por la adicción, gran parte de esta población más vulnerable termina cayendo en el narcomenudeo por el simple hecho de tener acceso a consumir, siendo los jóvenes así víctimas útiles para el gran negocio del narcotráfico que ven en esta nueva crisis una oportunidad”.
Cómo llegó el fentalino a Argentina
Estudiar de qué forma llega y se implementa esta droga en nuestro país es el primer paso para prevenir su proliferación. Tal como Popolizio apuntó, “las drogas emergen según las particularidades de cada territorio”, por lo que no es posible replicar formas de prevención o de tratamiento de esta problemática implementada en otros países.
Hasta el momento, según información aportada por el defensor Martello, se sabe que las apariciones de esta droga en nuestro territorio están vinculadas a ingresos desde el exterior ya que no se produce en Argentina: “Se trata de un derivado del opio que se produce en países asiáticos, pero la ruta por la que ingresa a Argentina, en general, es desde México, Perú, Bolivia, Paraguay y por la frontera norte de Argentina” o a través de “ciudades portuarias como la provincia de Buenos Aires con Mar del Plata o el Puerto de Buenos Aires en CABA”.
Los encargados de ejercer el control fronterizo son “las fuerzas de seguridad federales” pero también es responsabilidad del Estado aportar presupuesto para la prevención y tratamiento de consumos problemáticos desde organismos como la Sedronar.
Crisis económica y adicciones: las similitudes con el 2001
Tanto Adrián Becerra como Fernanda Popolizio, psicóloga y responsable de la provincia de Buenos Aires de Casa Pueblo, espacio dedicado al acompañamiento comunitario para el abordaje integral de los consumos problemáticos, encontraron similitudes entre el contexto de la crisis del 2001 y el actual.
La problemática del fentanilo tiene antecedentes en la Argentina. Fue en febrero del 2022 que el consumo de una mezcla de cocaína con carfentanilo -una sustancia incluso más potente que el fentanilo usada para dopar animales grandes como elefantes o caballos- provocó la muerte de 24 personas y más de 80 intoxicaciones. También en julio del pasado año, Gendarmería Nacional secuestró 500 ampollas de fentanilo descubiertas en Misiones en un camión que transportaba encomiendas y tenía como destino el barrio de Retiro y a días de iniciar el año 2024, la Policía de la Ciudad de Buenos Aires detuvo a tres miembros de una banda narco que operaba en la villa Fraga de Chacarita y les incautó siete ampollas de fentanilo, además de armas, teléfonos, balanzas, cocaína y marihuana.


“No hay que dejar de prestarle atención al contexto en el que estas cuestiones suceden. En la crisis del 2001 se formaron la mayoría de las cocinas del paco en los barrios y se instaló fuertemente esa droga. La crisis suele ser una veta que aprovechan quienes hacen negocios con estas sustancias, especialmente si tienen un alto grado de adicción. La droga llega a las villas especialmente en momentos de crisis, pero llega la resaca, la peor parte, como la droga adulterada”, indicó Popolizio.
La importancia del Estado presente
En consonancia, Becerra comparó la debilidad en términos institucionales que hoy mantiene el Gobierno de turno al desfinanciar las carteras de salud y especialmente de la Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas (exSedronar) y al aplicar un fuerte ajuste económico que acrecienta las desigualdades sociales y disminuye la capacidad adquisitiva.
“Es un tema que viene muy incipiente en las organizaciones y en los diferentes dispositivos de Salud Mental ya que entendemos que el fentanilo está al acecho y es una droga que deja poco margen de reacción”, indicó Popolizio, quien expuso que sería importante generar una campaña de concientización o información no sólo para para quienes puedan ser una población en riesgo de consumo sino también para los y las profesionales de la salud.