os asalariados no registrados son los que se llevaron la peor parte. Su remuneración aumentó 25% en doce meses y su caída en términos reales, al comparar con la suba de precios, fue entonces mayor. La inflación superó a los ingresos de los empleados en negro en 23,5%.
Las estimaciones privadas prevén que en 2018 la pérdida del poder de compra de los sueldos sea la más pronunciada desde 2002, tras la salida de la crisis. En ese año el salario real retrocedió entre 20 y 25 puntos.
Si bien hasta los datos conocidos de 2018 la distancia entre la inflación y los ingresos es mayor a 20 puntos, la caída del poder adquisitivo del salario ronda el 13%. Eso sucede porque la capacidad de compra mide qué cantidad de bienes puede comprar un sueldo, dados los incrementos paritarios y la suba de precios de algún producto.